Al terminar de hablar el juez, los ministros se me quedaron viendo fijamente. Odio esa clase de miradas profundas, llenas de vacío. Sin sentimientos. Sin la más mínima expresión. Y el silencio, tan agudo que sentía que perforaba todo mi ser. Era absoluto. No se escuchaba ni el zumbido de una mosca que volara. Claro, sería una mosca loca porque ningún ser vivo que no perteneciera al gobierno, estaba lo suficientemente loco como para presentarse en este edificio por voluntad propia. Si venías era porque habías hecho algo mal. Nadie se atrevía a venir por otra razón porque aquí, antes de entrar, te hacían el más minuncioso estudio. Si encontraban que habías hecho algo mál, significaba un castigo.
Si tenías bajas calificaciones, no eras "servible" para la comunidad y eras ejecutado. Si no sabías nadar, podrías "morir durante un accidente mientras pescas" (sí, aunque nunca fueras de pesca), entonces para evitartelo, eras ejecutado. El punto es que buscaban cualquier escusa para deshacerse de los "elementos que estorban" en esta comunidad, y, en pocas palabras, nadie era un "elemento perfecto" como ellos buscaban. El gobierno pensaba en un mundo utópico. Levaban años buscando a la persona perfecta. Ni ellos lo eran, pero claro, eran corruptos, y así podían fingir que eran toda perfección.
Nadie se paraba en este edificio por voluntad propia a causa de no ser perfecto.
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